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lunes, 27 de mayo de 2013

¿PARA QUÉ SIRVEN LOS CENTROS DE INTERPRETACIÓN?

Quizá este artículo debería empezar por aclarar qué es la interpretación, pero hay montones de definiciones para esta disciplina así que no me voy a detener en explicaciones, citas, referencias bibliográficas ni estudios en profundidad sobre el tema, que, por cierto, los hay, y muchos y buenos. Simplemente me limitaré a decir que interpretar el patrimonio es tan sencillo y a la vez tan complicado como poner el sentido común y la sensibilidad personal de cada uno al servicio de lo que los ojos perciben. Si usted, ya sea como visitante o como profesional, carece de alguna de estas dos características, entonces, sin ánimo de ofender, dedíquese a otra cosa y a otro tipo de experiencia turística porque como profesional no va a conseguir que su público se vaya satisfecho y como visitante, se a aburrir soberanamente y no va a entender nada de lo que se intente transmitir. Y les explicaré el por qué.
Pongamos el caso de que usted es un profesional que trabaja en un “centro de interpretación”. En el mejor de los casos su tarea consistirá en recibir al público, saludarles amablemente, repartirles un folleto explicativo y guiarles a través del recorrido interpretativo. Si tiene usted la gran suerte de poder interactuar con el público y explicarles lo que van a ver  tiene dos opciones; o cerrar los ojos, relajarse, dejar que la belleza, la historia y la cultura intrínseca del patrimonio que va a explicar le calen la piel e interpretar; o memorizar un texto previamente escrito por alguien que seguramente tampoco entendió nada de lo que veía y “soltarlo” a bocajarro  a los incautos visitantes que entren en el recinto.
Por otro lado si usted es visitante de cualquiera de estos centros, apuesto a que la mayoría de las veces ha salido usted igual que ha entrado, que lo único que ha visto es un local lleno de paneles expositivos, fotos y alguna que otra video proyección que le han dejado con la sensación de que se podía haber ahorrado la parada y, lo peor, apuesto a que una vez fuera del centro, a la media hora usted no era capaz de recordar nada de lo que leyó en dichos paneles, suponiendo que sea usted de los que leen esos paneles. Yo, por ejemplo, nunca lo hago porque la experiencia me dice de antemano que no me van a servir de nada.
Qué quiero decir con todo esto. Que los mal llamados “centros de interpretación” no sirven para nada, excepto para justificar una serie de inversiones a menudo de bastantes cifras, que engorden el apartado de logros del programa político de cada partido en cuestión. Y es que en este país pasan los años y todo sigue igual. Ni siquiera ahora que vivimos en la época de los recortes, de la inexistencia de obra pública, de los endeudamientos de los poderes públicos, del debate sobre duplicidades, etc, etc, repito, ni siquiera ahora nuestros políticos quieren entender que, si tienes una cantidad de dinero “x”, la que sea, mejor apuesta por crear empleo serio y déjate de levantar edificios inútiles a los que les vas a poner un nombre tan inútil como su función.
Un recurso patrimonial, el que sea, no necesita ni necesitará nunca de un edificio en medio o en sus inmediaciones que se llame Centro de Interpretación, Centro de recepción de visitantes, o como quieran llamarlo. Un recurso patrimonial se interpreta por sí sólo; lo único que necesita es mantenimiento y cuidado y uno o dos intérpretes que transmitan al público su valor. Como ven, resalto la palabra intérpretes, porque otro error en el que caen continuamente nuestros sabios políticos es creer que cualquiera puede interpretar. El error es lógico porque ya me dirán que van a saber nuestros responsables políticos de charlas “amenas”, “pertinentes”, “organizadas” y “temáticas”; ni de audiencias cautivas o no cautivas ni de los diferentes tipos de charlas, que no discursos. Cierto es que un político no puede saberlo todo pero a menudo están rodeados de un sinfín de asesores que, al menos en este caso, tampoco se molestan por hacer bien su trabajo.  Pero en fin, éste es otro tema y tiempo habrá para analizarlo.

A lo que iba, y como conclusión, que todavía no hemos aprendido a poner en valor nuestro riquísimo y abundante patrimonio; que seguimos pensando que invertir el poco dinero público del que se dispone, y que por cierto sale de nuestros maltrechos bolsillos, en este tipo de centros es una buena inversión porque así en las próximos comicios electorales podremos presumir de haber apostado por nuestro patrimonio, que nuestros políticos siguen pensando que los turistas que nos visitan, nacionales o no, son tontos y comulgan con cualquier patraña que se les ofrezca y que mientras esto pasa, estamos perdiendo una cantidad de tiempo y dinero que será irrecuperable. Mientras en este país no entendamos ciertas cosas básicas y de “sentidiño” que se dice en mi tierra, ya nos podemos ir olvidando de salir airosos de ésta. 

2 comentarios:

  1. ¿En qué te habrás inspirado para escribir este artículo? Creo que nuestra reciente visita al centro de interpretación (tocho de letreros con información, cansinos, cansinos) ha tenido algo que ver. Sigue dando caña!!!

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  2. Hola! Pues aunque esa fue la excusa el tema de los centros de interpretación ya viene de lejos, de hecho, me dio para mi tesina de fin de carrera allá por el 2004. Lo que pasa es que me indigna que con la que está cayendo se sigan cometiendo los mismos errores y no seamos capaces de sacar nada de provecho de esta situación. Y eso que no he hablado todavía del futuro CI de los Parques Naturales de Galicia, que va camino de ser otra Cidade da Cultura,jaja. O de la declaración de BIC de las Burgas y su entorno,etc, etc. A este paso no va a haber blog para tanto tema!...

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