Antes de empezar esta reflexión he de
decir que me declaro fan absoluta e incondicional del Señor Miguel Ángel
Revilla en tanto en cuanto es una persona enamorada de su tierra, orgullosa de
su pasado y sobre todo, es una persona sensata.
Hace unos días tuve el placer de
asistir a una charla coloquio en la que, como excusa para presentar su segundo
libro, analizó exhaustivamente la situación política, económica y social de
esta España nuestra a la últimamente no reconozco (bueno, quizá es que hasta
hace poco no queríamos conocerla porque la bonanza económica, aunque ficticia,
nos obnubiló) dándonos una lección de humildad y de sentido común a todos los
que llenábamos el auditorio. Y por eso precisamente lo traigo a colación, por
su sentido común y porque estoy de acuerdo con él cuando dice que eso es
precisamente lo que nos falta en este país ( y en el mundo en general).
Y para muestra un botón: veía yo las
noticias tranquilamente una noche cualquiera cuando la presentadora da paso a
un reportaje sobre la maternidad subrogada (o vientre de alquiler) que como
todos sabemos en este país está prohibida, realmente no sé muy bien por qué. En
el reportaje se expone uno de los problemas a los que se enfrentan las parejas
que recurren a este método para ser padres y que en su mayoría son parejas
heterosexuales (y lo digo no porque me parezca un dato relevante sino porque
siempre hay quien piensa que es un método diseñado para parejas homosexuales) y
que se presenta una vez que hay que inscribir al bebé en el registro
civil. Y poniéndonos en el lugar de una
pareja heterosexual cuya madre no puede concebir por problemas biológicos, resulta
que después de tener que asumir psicológicamente que no puedes tener hijos (lo
que ya de por sí no debe ser nada fácil), después de que con tu pareja aceptas
que otra mujer sea quien conciba a tu hijo, después de marcharte a otro país
para cumplir un sueño, después de todo, pasan nueve meses y por fin tienes a tu
hijo así que te vuelves a tu país para criarle y educarle en tu cultura, en tu
idioma, con tu familia y con todo el amor del mundo y resulta que no puedes
inscribirle en el registro civil porque a ojos de la ley tu hijo no es tu hijo.
Es decir, que como en España la maternidad subrogada es ilegal, a ti no se te
permite figurar como la madre biológica de tu bebé, sí figura como hijo de tu
pareja pero tú tendrás que esperar un largo año para que se te permita figurar
como ¡madre adoptiva!. Me parece sinceramente, un insulto.
Y como este artículo va de
insensateces ahí va la más grande. Resulta que después de todo lo expuesto, si
eres de las mujeres con suerte para no tener ningún tipo de problema para
concebir y te quedas embarazada reza para que tu hijo nazca sano y fuerte
porque de lo contrario, si tu bebé tiene grave riesgo de nacer con
malformaciones (aunque tú hayas hecho todo bien y te hayas cuidado y hayas
hecho caso a tu médico en absolutamente todo) no se te va a permitir abortar.
Bueno, a lo mejor sí claro, previo informe de no sé cuantos facultativos
diferentes y bla, bla, bla. ¡Es que esto es la leche! Sobre todo porque una vez
que tu bebé haya nacido el mismo Estado que te ha obligado a tenerlo te va a
dar la espalda a la hora de criarlo porque ya sabemos que las ayudas a
dependientes en este país están como están.
Es decir, y para terminar antes de
que me dé un colapso nervioso, que los señores que mandan han decidido que si
quieres ser madre por la vía que sea no lo vas a ser porque es ilegal y si no
quieres serlo porque no quieres que tu hijo sea dependiente toda la vida, pues
ahí tendrás que serlo, perdonadme la expresión, a huevo. Y digo yo señores por
si alguien alguna vez lee esto, ¿hay mayor falta de criterio y de sentido
común?, ¿hay mayor falta de respeto que decirle a una mujer cuándo puede o no
puede ser madre?, ¿es que acaso no saben aún que cuando una mujer se empeña en
ser o no ser madre no hay ley que la pare?, ¿se le debe tanto a ciertas
instituciones eclesiásticas que tienen que legislar hasta lo que cada una
hacemos con nuestra intimidad?. Señores pudientes y mandamases, métanse en sus
vidas y sobre todo, no nos subestimen.