¡Y qué cuatro palabras! Parece
mentira que en tan pocos vocablos se pueda decir tanto, que estas palabras
encierren tanto valor, tanta naturaleza, tanta historia y tantos sueños. Así
somos los humanos, capaces de dotar de un simbolismo enorme a tan sólo cuatro
palabras y al mismo tiempo, de dejar que esas mismas palabras caigan en el
olvido.
Aunque para ser justos he de decir
que en las últimas semanas la vieja reivindicación de la declaración de la
Ribeira Sacra como Patrimonio de la Humanidad se ha retomado con un nuevo
impulso porque otra cosa que también se nos da bien a los humanos es ser “cansinos”
hasta la saciedad, o dicho de forma menos coloquial, ser tenaces y persistentes
cuando lo que queremos conseguir nos importa. Y está claro que la Ribeira
Sacra, a los que la vivimos y la sufrimos, a los que la conocemos y la
publicitamos, a los que la escuchamos en sus sonidos y sus silencios, nos
importa. Y mucho.
Por eso no nos cansamos de pedir su
inclusión en la lista de Bienes declarados Patrimonio de la Humanidad.
Y aquí voy a hacer un breve inciso:
se habla y se seguirá hablando de este tema, pero, ¿sabemos, sabe el público en
general, lo que se le exige a un bien y al país en que se encuentra ese bien, a
la hora de su declaración como Patrimonio de la Humanidad?. Sin pretender
entrar en temas jurídicos que se me escapan, lo que sí quiero es hacer llegar a
todos aquellos que lean estas líneas unas nociones básicas de lo que la UNESCO
exige en estos casos.
Para comenzar, al bien, en este caso
natural, que pretenda optar a la declaración se le pide entre otras cosas que “contenga
fenómenos naturales extraordinarios o áreas de una belleza natural y una
importancia estética excepcional”. Nadie pone en duda a estas alturas la belleza
natural ni la importancia estética excepcional de la Ribeira Sacra. Además la
zona encierra otra de esas características valoradas en dichas declaraciones y
es que “constituya un ejemplo sobresaliente de hábitat o establecimiento humano
tradicional, representativo de una cultura o de culturas ahora vulnerables por
el impacto de un cambio irreversible”. Si la viticultura heroica no es
representativa de una cultura vulnerable, entonces no sé lo que es. Es una
cultura que se pierde si nadie lo remedia, si entre todos no lo evitamos,
porque el envejecimiento de la población y los pocos alicientes que se le
ofrecen a nuestros jóvenes en este sentido son problemas serios para la zona.
Por otro lado, la Convención sobre la protección del
patrimonio mundial cultural y natural, (París, 1972) explica que “ un Bien declarado Patrimonio de la Humanidad
es un legado de la comunidad internacional y su presencia en un determinado
país, le exige a este país un incremento de imaginación, preocupaciones y
gastos para conseguir su protección y defensa”. Es decir, en este caso el
gobierno español estaría obligado a velar por la protección y defensa de la
Ribeira Sacra. Pero claro, en estos momentos, el Estado no está por la labor de
incrementar ni preocupación ni mucho menos gastos en nada. A esto hay que
sumarle que las empresas hidroeléctricas con grandes intereses económicos en la
zona tienen la sartén por el mango porque les basta con amenazar a los
gobiernos locales, al autonómico y al central con una pérdida numerosa de
puestos de trabajo y, sobre todo, de beneficios económicos para dichos
gobiernos para que éstos hagan la vista gorda y miren hacia otro lado.
Y no se puede olvidar que lo que se le exige
al gobierno español en este caso no es poco. Si tenemos en cuenta que España
posee 40 de los 831 bienes inscritos en la lista de la UNESCO, el esfuerzo,
sobre todo económico, no es pequeño. Y a esto hay que unirle problemas más
domésticos como la duplicidad de competencias entre el gobierno central y los
autonómicos, asunto en el que no voy a entrar porque supone tal caos que me
temo no sabría salir del asunto.
Resumiendo, que la zona cumple con
todos los requisitos y más para poder ser incluida como Patrimonio de la Humanidad
pero que también debemos apoyar al gobierno para que ese aumento de esfuerzo
económico no sólo pese en la balanza de lo público. Es necesario atraer
financiación privada y para eso hay que seguir insistiendo en el potencial que
encierran los Cañones del Sil, del Mao, y de toda la Ribeira Sacra en general.
Tenemos que seguir insistiendo en hacer de la zona uno de los principales
destinos turísticos del interior de Galicia, demostrar a los turistas que a
veces, que llueva o que haga niebla no significa que el destino no sea de alta
calidad, pero sobre todo, tenemos que convencer a nuestros jóvenes de que hay
futuro aquí porque mientras no consigamos eso, mientras ellos no conozcan, amen
y apuesten por la zona, desde luego, Europa no lo va a hacer.
Sé que la tarea es ardua y el camino
lento pero somos gallegos y ¿alguien ha visto alguna vez rendirse a un
gallego?.
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