Hoy quiero compartir con vosotros un
par de proyectos que empiezan a dar sus primeros pasos y que vienen a confirmar
eso que ya he dicho en otras ocasiones de que en la Ribeira Sacra hay mucho que
hacer porque todo está sin hacer. Espero que, al darlos a conocer, más gente se
anime a seguir por este camino y entre todos ayudemos a consolidar la zona como
destino turístico.
Hace escasamente un mes, se
inauguraba un nuevo albergue en el ayuntamiento de Parada do Sil (Ourense)
surgido de la restauración de una antigua fábrica hidroeléctrica que, además,
había sido de las primeras en construirse en Galicia para canalizar el caudal
del río Mao. En el año 2011 el ayuntamiento de Parada do Sil se propone su
recuperación dotándolo de un proyecto coherente con la zona y realizando
posteriormente una concesión a una empresa de turismo para su explotación. Hoy
en día, la antigua fábrica ofrece los servicios de albergue turístico, cantina,
centro de exposiciones, formación ambiental y actividades de turismo activo y
recibe el nombre como no, de A Fábrica da Luz.
Su andadura acaba de comenzar pero
creo sinceramente que si se realiza una buena gestión interna, no se puede
esperar otra cosa que un éxito rotundo porque además de lo que ya comentaba
anteriormente tiene una característica muy poco común en los alojamientos
rurales de Galicia en general y de Ourense en particular, que a mi modo de ver
la hacen diferente y es que tiene capacidad para 28 personas, algo inaudito en
la mayoría de establecimientos rurales.
De todo corazón espero que tengan un
gran éxito y que su esfuerzo y trabajo sirva de ejemplo para otros casos
similares. Con mi visita ya cuentan y espero que con muchas más también.
El segundo proyecto al que quiero dar
voz también se está llevando a cabo en el ayuntamiento de Parada do Sil y se
trata de del primer Museo del Chocolate de Galicia, después de que la familia
de Rosa Casares Prieto cediese la vivienda que sirvió de fábrica de chocolate
al consistorio municipal. Al contrario que en A Fábrica da Luz, en este caso
aún se está desarrollando el proyecto de rehabilitación para la apertura como museo
pero la idea en sí ya me parece interesante, sobre todo para aquellos que, como
yo, hemos nacido y vivido en la zona ¡sin enterarnos de que a unos kilómetros
existía una fábrica de chocolate!
Como en el caso anterior sólo puedo
desearles lo mejor y que el futuro museo haga las delicias de todos los
visitantes. A mí personalmente ya se me hace la boca agua de solo pensarlo y se
me ocurre que tal vez un día no muy lejano, los amantes de la Ribeira Sacra
podamos pasar un fin de semana caminando entre castaños y monasterios románicos
y descansar en un albergue con vistas al río mientras degustamos un sabroso
chocolate y una copa de mencía. ¿A quién no le apetece?
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