Somos la provincia desconocida. Cuando hablamos de Galicia,
de la Galicia turística, la mayoría de la gente piensa en el Camino de
Santiago, en A Coste da Morte, las Rías Baixas, las Islas Cíes, La playa de las
Catedrales, en el pulpo, el marisco y el albariño. Y cómo no lo van a pensar si
todo ello conforma el estandarte turístico de nuestra comunidad ,fruto, por
otro lado, de años de inversiones públicas destinadas a la promoción y de un
trabajo bien hecho. Pero muy pocos sabrían decir un solo destino que pertenezca
a la provincia de Ourense.
Mi tierra ha luchado siempre con el hándicap de ser la única
provincia de interior, la que no tiene mar y por lo tanto, la que no se
beneficia del turismo masivo de sol y playa. No hemos sabido ver todo nuestro
potencial, creímos que el hecho de no tener costa nos hacía menos importantes,
menos apetecibles a los ojos de los turistas. Y nos equivocamos. Tenemos tanto
que ofrecer que se me antoja complicado resumirlo en un solo post. Somos la
segunda provincia más monumental de España, sólo por detrás de otra, que,
curiosamente, también es de interior, Palencia. Tenemos más patrimonio natural,
histórico, artístico, lúdico y gastronómico que muchos de los destinos más
visitados de la Península. Por tener, tenemos hasta un clima propio que se
adapta a gusto del visitante; que buscan temperaturas suaves, nuestros otoños y
primaveras lo son, que buscan frío y nieve, tenemos la única estación de
montaña de Galicia, que prefieren calor, nuestros veranos nos dejan días de
altas temperaturas y noches cálidas en las que pasear por las riberas del Miño
o tomar un refresco en las terrazas que cabalgan el Arnoia son sin duda, el
mejor de los planes. Y sin embargo, pocos, muy pocos nos conocen.
Afortunadamente esta situación empieza a cambiar. Las
administraciones públicas se han dado cuenta de nuestro potencial y se han
puesto manos a la obra. Este año nos hemos presentado en el salón FITUR de
Madrid como la provincia termal por excelencia y hemos tenido una gran acogida
por parte del público. Y es que por fin, hemos despertado de nuestro letargo y
hemos decidido abrir las puertas de la ciudad para dar a conocer todo lo que
aquí escondemos.
Somos una tierra agradecida, en primer lugar con los dioses,
que nos han dotado de lo mejor del cielo y de la tierra. Tenemos el espacio
natural más privilegiado de Galicia, nuestra Ribeira Sacra es, junto a la lucense,
el más valioso regalo para la vista, el mejor descanso del guerrero, el mayor
placer para los sentidos. Poseemos cuatro de las cinco denominaciones de origen
de vinos que hay Galicia, tenemos en nuestra capital una de las catedrales
románicas más espectaculares a la que unen lazos de sangre, como si de hermanas
se tratase, con la de Santiago de Compostela; los que aquí vivimos tenemos el
privilegio de disfrutar a diario del puente medieval con el arco de mayor luz
de Europa, nos relajamos dando largos paseos por las riberas del Miño en un
paseo fluvial que acumula ya unos veinte kilómetros, somos herederos de los
carnavales más ancestrales y divertidos de todos cuantos se conservan, tenemos
Montederramo, Castro Caldelas, Allariz, Carballiño, Verín y Celanova, villas
todas ellas con mucha historia encerrada en sus paredes y un sinfín de pequeños
pueblos llenos de encanto y tradición. Somos Camino de Santiago, Rutas de bandoleros,
Paseos entre Viñedos, Ruta de las Camelias y Tierra de Afiladores. Somos la tierra
del sol y la lluvia, del agua y del vino. Tenemos, como diría el genio, más de
cien razones, más de cien motivos, para ser el mejor destino para las mejores
vacaciones.
Cuantas cosas tenemos y no sabemos valorar
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